Con la iniciativa se pretende motivar a los
padres a leerles más a sus hijos y llevar la publicación a través de donaciones
a niños de escasos recursos.
Que un padre le lea a su hijo desde
pequeño no sólo le permite al menor desarrollar sus habilidades, sino
fortalecer los lazos entre ambos. No hay una edad precisa para comenzar a
hacerlo, porque simplemente desde que un niño nace puede comprender e
interpretar la información que recibe, en especial la que le entrega su
familia. Partiendo de esta premisa, desde hace 24 años Patricia Mourraille y Guerrillero Ramírez se han
dedicado a hacer libros para niños con su editorial Barquito.Sin embargo, luego
de haber realizado revistas para estudiantes en colegios, se centraron en crear
una publicación para los más pequeños: menores de cinco años. “Siempre he sido
una amante de la lectura infantil y en Francia me llamó la atención que
hay, además de libros, montones de revistas para niños de hasta nueve meses”,
dice Patricia.
Pensando en que fuera una revista llamativa y accesible a todo público,
realizaron una investigación previa junto con profesores, trabajadores sociales
e ilustradores. “Queríamos que fuera robusta, pero terminamos en un
plegable, porque nuestro principal fin es que sea económica. La idea es
poder llegar a los más de tres millones de niños menores de tres años que hay
en el país”, asegura Guillermo.
Así nació Cucú. Por un lado, un pequeño pájaro rosa
aprendiendo a volar; por el otro, una revista que pretende motivar a los padres
a leerles a sus hijos y a crear nuevas historias juntos. En el plegable se
pueden encontrar cuatro historias que se pueden leer dependiendo de cómo se
abra. Primero está la del pequeño pájaro que da nombre a la publicación; luego
hay dos niños que se hacen preguntas cotidianas, y si se despliega, se puede
encontrar una enseñanza, pero si se abre por completo se tendrá una gran
ilustración que invita a apelar a la imaginación.
No buscan contar historia de lobos, princesas o escenarios donde las
estaciones se resaltan. Quieren mostrar cosas que los niños colombianos pueden
ver en su cotidianidad. “En la segunda edición habrá una gran ilustración de
una plaza de mercado, porque hemos notado que en los libros para niños hay
muchas cosas que no vemos acá”, cuenta Guillermo.
De hecho, en la primera edición se puede encontrar una gran cocina, en
la que invitan a buscar ciertos utensilios, pero si se mira con atención hay
otros elementos que dan paso a la imaginación, como un perro concentrado
leyendo el periódico o un oso resfriado que está tomando agüita de panela. Todo
en la revista son los detalles de la ilustración, porque, de acuerdo con
Guillermo, para muchos hacer libros de niños es básico, pero no es sólo pintar
un pajarito sino que se trata de todo un concepto que motive al niño y el padre
a crear: “Muchas veces los niños ven cosas que nosotros no habíamos imaginado,
incluso puede haber un texto, pero es sólo un pedazo de lo que puede haber
detrás”.
Por esto, la pareja no duda en recomendar a los padres entregarles a sus
hijos un elemento de lectura antes que un dispositivo móvil. “Con un celular se
aísla del mundo y muchos padres los dan para calmarlos. El pequeño pierde el
contacto con la gente, porque el dispositivo le soluciona todo”, dice Patricia.
Junto a la revista entregan un manual en el que dan 10 recomendaciones a
los padres, entre ellas leerles a los niños todos los días; apagar el televisor
y el celular; relacionar los cuentos con la vida cotidiana; no obligar a los
menores a leer, y estar dispuestos a repetir historias y narrarlas con humor,
porque lo más importante es que sea un espacio placentero para el pequeño.
Al suscribirse se obtiene una edición mensual de la publicación por un
año, junto con material extra, como juegos didácticos. Además se logra que dos
niños de un jardín infantil de Integración Social reciban la publicación
gratis. Según Guillermo, ya han realizado jornadas en las que han entregado a
más de 200 niños la revista en Cazucá, en el sur de Bogotá, y esperan llegar a
muchos más, pues su fin no es estar en bibliotecas, ni como folletos gratuitos
en estantes, sino que en verdad el material llegue a las casas.
Por eso no sólo llevan revistas sino que dan talleres a los padres y
maestros para que Cucú no sea un plegable con el que los niños se entretengan
un momento, sino que sea verdaderamente aprovechado. El interés de esta pareja
es que los padres entiendan que la lectura es fundamental en los primeros años
de vida de un niño, “no solamente la parte cognitiva, sino también la parte
afectiva”, como dice Patricia.
“Para muchos padres, que los niños lean es un problema del colegio, y en
las familias adineradas, de la institutriz, pero no, es un problema de ellos.
Hay que sentar al niño en el regazo, abrazarlo y leerle. Eso les da la
posibilidad de conocer nuevas palabras y descifrar lo que pasa en su entorno.
Les da seguridad”, complementa Guillermo.
Con Cucú, esta pareja busca motivar la lectura en los más pequeños de
todos los estratos, pero en especial decirles a los padres que, sin importar
qué se les lea, este hábito puede ser una actividad para compartir en familia y
tan importante como alimentar a un niño.
Recuperado de: https://www.elespectador.com/noticias/bogota/cucu-mas-que-un-cuento-para-ninos-articulo-707579
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