¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a manejar
los factores de estrés de la vida diaria?
En los niños mayores, las
presiones pueden provenir de una serie de fuentes: del niño mismo y de los
padres, los maestros, los pares y la sociedad más amplia en la que vive el
niño. La presión puede tomar muchas formas que son un desafío para los niños y
a las que deben responder o, a menudo, adaptarse. Se trate de eventos con
consecuencias duraderas, como el divorcio de sus padres, o simplemente de una
complicación, como perder su tarea escolar,
estas exigencias o factores de estrés son parte de la existencia diaria de los
niños.
Los niños se alegran con
ciertos eventos pueden adaptarse a ellos con relativa facilidad. Pero, perciben
otros eventos como amenazas a las rutinas diarias propias o de la familia, o a
su estado de bienestar. Estos factores de estrés son más problemáticos. La
mayor parte del estrés que enfrentan los niños está en el medio de dos
extremos. No es bienvenido pero tampoco es perjudicial, sino que es parte de
aprender las lecciones de la infancia y aprender sobre ellos mismos.
También es posible que tener
amigos, tener éxito en la escuela, combatir la presión de sus pares o superar
un impedimento físico sean precocupaciones para los jóvenes. Cualquiera sea su
forma, si el estrés es demasiado intenso o duradero, a veces puede tener
repercusiones en los niños. Las concentraciones de eventos estresantes parecen
predisponer a los niños a enfermarse. Los eventos importantes, especialmente
los que cambian la familia de un niño para siempre, como la muerte de uno de los padres, pueden tener efectos duraderos en la salud y el
bienestar psicológicos de los niños. Los factores de estrés diarios de poca
importancia también pueden tener consecuencias. Pueden contribuir a la falta de sueño o
apetito. Los niños pueden enojarse o volverse irritables, o sus calificaciones
en la escuela pueden verse afectadas. Su comportamiento y sus ganas de cooperar
pueden cambiar.
Cómo los diferentes niños sobrellevan el estrés
El temperamento de los niños
varía y, por lo tanto, estos son bastante diferentes en su capacidad para
enfrentar el estrés y los problemas diarios. Algunos niños son de trato fácil
por naturaleza y se adaptan fácilmente a los acontecimientos y a las nuevas
situaciones. A otros, los cambios en sus vidas los desestabilizan. Todos los
niños mejoran su capacidad de manejar el estrés si han tenido éxito al manejar
desafíos anteriormente y si sienten que tienen la capacidad y el apoyo
emocional de la familia y los amigos. A los niños que tienen un sentido claro
de su capacidad personal y se sienten amados y apoyados, generalmente, les va
bien.
Seguramente, la edad y el
desarrollo de un niño ayudará a determinar cuán estresante puede ser una
situación determinada. Cambiar de maestros en la mitad del año puede ser un
evento importante para un niño en primer grado, y apenas una molestia para un
niño en sexto grado. Ser de baja estatura puede
ser un problema poco importante para un niño de 5 ó 6 años, pero una fuente de
vergüenza diaria para un adolescente. Cómo un niño perciba el estrés y responda
a él dependerá, en parte, del desarrollo, en parte, de la experiencia y, en
parte, del temperamento individual de un niño.
Irónicamente, muchos padres
creen que sus hijos en edad escolar no se dan cuenta de los factores de estrés
que los rodean y que, de alguna manera, son inmunes a ellos. Después de todo,
sus hijos no solo tienen cubiertas todas sus necesidades básicas, sino que, tal
vez, también tienen una habitación llena de juguetes, amigos con quienes
compartirlos, mucho tiempo para jugar y un cronograma lleno de actividades
extracurriculares.
Sin embargo, los niños son
muy sensibles a los cambios a su alrededor. En especial, son sensibles a los
sentimientos y las reacciones de sus padres, aunque esos sentimientos no se
comuniquen directamente con palabras. Si uno de los padres pierde el trabajo,
los niños tendrán que ajustarse a la crisis económica de su familia. No solo
deben lidiar con los cambios evidentes de presupuesto de la familia, sino
también con los cambios en los estados emocionales de sus padres. Es posible
que los niños tengan que enfrentarse con un abusón o
busca pleitos en el área de juego o parque de recreo, una mudanza a un nuevo
vecindario, una enfermedad grave de uno de los padres o la decepción que
provoca tener un mal rendimiento deportivo. Podrían sentir una presión
fastidiosa y constante para vestirse de la manera “correcta” o lograr altas
calificaciones que los puedan poner en la vía rápida hacia la universidad
“correcta”.
El estrés y los niños mayores de hoy
Algunos psicólogos piensan
que los niños mayores de hoy, en verdad, se enfrentan a más estrés que los
niños de generaciones anteriores, y tienen menos apoyos sociales disponibles.
El cambio en la estructura familiar, que pasó de familias grandes, extendidas y
que brindaban apoyo (que incluía a ambos padres, los tíos y los abuelos) de
generaciones previas a la alta incidencia actual de familias de padres divorciados,
familias monoparentales y familias postizas, ha alterado drásticamente la
experiencia de la infancia. Millones de jóvenes deben ajustarse a dichos
cambios.
Incluso en las familias
intactas y estables, la creciente cantidad de familias con dos padres que
trabajan, a menudo, fuerza a los niños a pasar más tiempo en programas
extraescolares o solos en sus casas. Para algunos niños, esta falta de tiempo
con sus padres es bastante estresante. También lo es la responsabilidad de
cuidarse a sí mismos y de cuidar el hogar de la familia y, a veces, cuidar a un
hermano menor después de la escuela.
Muchos niños y sus familias
se estresan por las múltiples actividades que ocupan el “tiempo libre” de los
niños. Los niños con un calendario sobrecargado y poco “tiempo para descansar” pueden terminar exhaustos.
Los niños de hoy en día
también están creciendo en una era en la que se los expone a violencia y a la
presión de los pares acerca de la actividad sexual y el consumo de drogas.
También se les advierte que tengan cuidado de los secuestros, el abuso sexual y
otros delitos. Esta sensación de que viven en un mundo inseguro es una fuente
de estrés constante para algunos niños. En resumen, los jóvenes de hoy en día
se enfrentan todo el tiempo a desafíos a sus destrezas de afrontamiento y, a
menudo, se espera de ellos que crezcan demasiado rápido.
Estrés bueno y malo
No todo el estrés es malo.
Las cantidades moderadas de presión impuestas por un maestro o un entrenador,
por ejemplo, pueden motivar a un niño a mantener altas las calificaciones en la
escuela o a participar más en actividades deportivas.
Manejar con éxito situaciones o eventos estresantes aumenta la capacidad de un
niño de sobrellevarlos en el futuro.
Cuando el estrés es continuo
o particularmente intenso, tiene repercusiones tanto en la psiquis como en el
cuerpo. Los eventos estresantes repentinos acelerarán la respiración y los
latidos de su hijo, le contraerá los vasos sanguíneos, le aumentará la presión
arterial y la tensión muscular y, tal vez, le causarán malestar en el estómago
y dolores de cabeza. A medida que persiste el estrés, podría ser más susceptible
a enfermedades y tener fatiga, pesadillas, bruxismo (rechinar los dientes),
insomnio, berrinches,depresión y
puede irle mal en la escuela.
Recuperado de: https://www.healthychildren.org/Spanish/healthy-living/emotional-wellness/Paginas/helping-children-handle-stress.aspx
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